miércoles, 1 de agosto de 2012

EN TORNO AL MICROCUENTO

Una de las características más llamativas del microcuento, es que los ensayos, las críticas y artículos que se escriben acerca de éstos, son inevitablemente más largos que la obra en cuestión. Existen microcuentos, como El Dinosaurio, de A. Monterroso, que sólo tienen una línea (Nano-cuento, cuento híper-hiperbreve o Fugacidad Literaria); Gastón Céspedes, también nos ofrece ejemplos en dicho sentido. Uno de los recursos de que se vale el microcuento para poder alcanzar dicha efectividad, es apelar a lo metaliterario, a otro relato, ya conocido, que nos sitúa de inmediato en un contexto, sin necesidad de entrar a describir espacio, tiempo y costumbres... Dentro de los relatos de referencia, pueden contarse diversos pasajes de la Biblia, como en "La dicha de vivir", de Leopoldo Lugones.
Pero, obviamente, no es el único recurso. Otro expediente es exponer la acción en un contexto diferente que la resignifique, como ocurre en las fábulas (ver la Oveja Negra, también de Monterroso). O iniciar el relato con una transgresión lógica, y luego continuar narrando a partir de ésta, como si nada hubiera ocurrido.
El cuento, decía Cortázar, debe ganar por Knock Out, no por puntos. Esta observación es particularmente valedera para el microcuento. Es verbo puro, acción, en donde - parafraseando a Huidobro - el adjetivo casi siempre "mata".

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